Primero, la música, después el instrumento: es el modelo que más me gusta, pero no invalida los trabajos de compañeros que anteponen el lenguaje del instrumento y el virtuosismo técnico a la expresión musical detallista.
Gracias a la experiencia en la música coral, en la música de cámara y en las sesiones de improvisación libre, he compartido el oficio con músicos de otras especialidades que me han enseñado a poner la técnica de guitarra al servicio de la música. Esto ha facilitado que vaya buscando una técnica fluida, liberada de tensiones.
Durante este verano he disfrutado con la lectura de “The Beat Stops Here”, escrito de forma minuciosa por Mark Gibson. Posiblemente el estudio de un director de orquesta sea el paradigma más claro del estudio de una obra, más allá de la práctica instrumental.
¿Cuántas veces suelto la guitarra para cantar melodías, patrones armónicos, percutir ritmos…? Menos de las que debería.